¿Tienes miedo de fallar en la vida?

Durante mucho tiempo estuve buscando una sabia lección para solucionar mis problemas de toda la vida.
Nunca terminaba lo que había empezado.
Nunca me arrepentía del primer problema.
Nunca podía digerir mis errores, por lo tanto, si me equivocaba en algo, lo grababa tan profundamente en mi pecho que nunca más intentaba hacerlo de nuevo.
Te imaginarás cómo sería la vida que continuaba a estos problemas, ¿verdad? No pude terminar mis estudios de la escuela secundaria, no pude concretar un negocio que había empezado, no pude aprender a andar en bici porque me caía, cada vez que tomaba nota de algo para hacer, la lista quedaba olvidada hasta que la encontraba de nuevo por casualidad… Lo peor es que nunca pensé que eso sería un problema.
Cuando empecé la meditación que me permitía conocer a mi ser con profundidad, me di cuenta de que todo eso era un grave problema. Al principio, me costaba aceptar esa realidad por mi orgullo, pero una vez que la consciencia universal te abre los ojos, ya no puedes evitar lamentar esos errores… Después de un tiempo pataleando, me decidí a revisar este viejo hábito, aunque eso significaría una lucha interna e sangrienta.
Creo que el primer paso es ver la realidad. Observarse. Sin odio ni rechazo. Simplemente observar qué es lo que te mueve a tirar la toalla con tanta facilidad. ¿Será el miedo? ¿Aburrimiento? ¿Ansiedad? Como la meditación no es un análisis psicológico, sino que es más bien, una aceptación sincera de todo lo que te pasa, lo primero que sentí fue una sensación fuerte inexplicable. Cuando una cosa está muy arraigada en el inconsciente, aprendí a no querer manejarla con mi mente inestable. Seguí el proceso meditativo confiando en la Verdad que hay en mi interior. Confiando en que ella dirigía esta lucha y ganaría sí o sí. Empecé a ver mi comportamiento evasivo cada vez que sentía que la cosa se complicaba. Mi mente no aguantaba la dificultad. Vi que quería lograr todo fácil, sin sacrificio. Quería que otras personas me ayudaran a lograrlo. Una vez observé esto, la consciencia universal empezó a borrar los pigmentos de ese hábito. Empezaba a sentir la molestia de no terminar bien las cosas. Me convencí de aceptar las fallas y superar el desagrado de fallar. Me convencí que era un must, un puente que me llevaría al logro. En vez de llorar y lamentarme por la falla, me alenté por haberlo intentado. Me dije, 'hiciste bien, antes no podías aguantar este proceso, pero ahora lo estás superando muy bien'.

Este método me ayudó a quitar el miedo. Gané una actitud positiva. Todo esto fue lo que me enseñó la consciencia universal que hay en mí. No leí nada, no hablé con nadie, no intenté nada en especial. Simplemente la meditación me permitió ser yo misma. ¡Qué suerte resulté tener! video de CÓMO SER VALIENTE Y AUDAZ