¿Cómo evitar decepcionarse de las personas?

Cuando tenía 30 años, mi única y última amiga se fue a vivir a otro país. Nunca me había imaginado que llegaría un momento en que me aislaría tanto de las personas. Prácticamente no salía de mi casa, disfrutaba estar acostada en mi cama cuando no trabajaba, no me llamaba nadie ni llamaría a nadie. En mi negocio, me daba terror tener que ofrecer productos a los clientes. Una de las causas era el problema de la comunicación. El idioma español era muy difícil para expresar mis sentimientos. La otra creo que era mi costumbre de confiar ciegamente en las personas que me rodean. Dije 'confiar', pero tardé en descubrir que esa confianza no era auténtica, sino que era un hábito de querer que otros carguen mis mochilas. No pude entender la causa de mi aislamiento, pero me sentía muy sola, intenté conocer nuevas personas yendo a varios institutos, de inglés, joyería, tango, diseño, etc. pero me costaba conocer a otras personas a fondo. Pensé que no debía confiar demasiado en alguien porque terminaría peleándome o decepcionándome al final. Creí que evitar los encuentros reduciría el riesgo.

Cuando empecé a revisar mi vida durante el proceso reflexivo de una meditación que sigo practicando, me sorprendió el hecho de que mi confianza no era genuina, más bien era una delegación acomodada para mi fantasía. Cuando era pequeña, mi papá era como un superhéroe que me salvaría de mis problemas, mi mamá como la mujer más hermosa y gentil, la lista sigue… Sentía mucho enojo y rechazo sobre casi todas las personas de mi entorno. Me sentía muy triste y decepcionada. Como que todos se alejaban de mí. Debido a mi orgullo, no quería mendigar por afecto o elogio. Empecé a purificar mis sentimientos negativos hacia las personas. Tomé la conciencia de que tenía una cierta fantasía sobre cada persona y corregí mi actitud de pasar mi mochila al otro. Acepté los errores tanto míos como ajenos. Aprendí a ponerme en los zapatos del otro. Comprendí que cada ser era autónomo, sin que eso significara que haya separación. Me adapté al principio del mundo de que cada uno tiene su propio rol y su propia tarea que realizar. No era necesario confiar ni desconfiar. Solo tengo que fluir y disfrutar la vida con agradecimiento al gran universo. En vez de pensar por qué el otro no hace esto y aquello, me acostumbré en pensar qué podría hacer para mi entorno en general, ya que si estoy haciendo algo para una cierta persona, naturalmente estaría esperando su elogio o reconocimiento, así que agradecí por su existencia que me ayudó a servir y ser útil. Otras personas son como un lienzo donde puedo dibujar mi felicidad. Si ya está dibujado, no habrá lugar para mis pinceladas. Esto realmente me dio mucho alivio. No tengo que forzarme a no pensar negativamente, sino que comprendo el principio del mundo a fondo: la gran coexistencia.
video SER AGRADECIDO